Arno Stern organizó este espacio escuchando sin prejuicios a un grupo de niños que estaban a su cargo en la posguerra. Describió unas condiciones que tanto para niños como para adultos forman un lugar de libertad, de expresión y de expansión de su capacidad creadora.

 

Realizó reveladoras investigaciones en grupos aislados de habitantes del desierto, la sabana y la selva virgen. Allí, descubrio que, cuando no había un condicionamiento previo, todos las personas realizaban trazos muy semejantes, que tenían que ver con una necesidad biológica, y no con la cultura, el clima, la etnia o el paisaje.

 

Así, llegó a la conclusión de que existe un código universal, innato en todo ser humano, que llamó la Formulación. Este descubrimiento ha separado para siempre el concepto de arte y de expresión, la necesidad innata de trazar de la concepción artística de la comunicación.